ISRAEL
EL PUEBLO ELEGIDO

 

Oye, Israel,
HaShem nuestro Elohim,
HaShem es Uno.
Porque tú eres pueblo separado para el Eterno,
que es tu Elohim;
el Eterno tu Elohim,
te ha escogido para serle un pueblo especial,
más que todos los pueblos que están sobre la tierra.

- Devarim 6:4; 7:6 -



 

El problema de la identidad de la iglesia en relación con Israel

Cuando los Judíos retornaron a su tierra y se constituyeron un Estado independiente con el nombre de Israel, nombre indiscutiblemente legítimo, surgió en la iglesia una crisis de identidad: ¿quiénes son los elegidos?, o bien: ¿quién es Israel? ¿Los Judíos, o aquellos que han aceptado a Yeshua como el Mesías? Durante dos milenios la iglesia ha tratado de reemplazar a Israel como pueblo elegido, inventándose doctrinas humanas e interpretaciones erróneas, renegando las propias raíces judaicas y privando al mensaje apostólico de su hebraicidad. La imposibilidad de reconciliar las profecías bíblicas con la realidad de la iglesia fue aparentemente resuelta con la definición de un Israel físico (los Judíos) y un Israel “espiritual” (la iglesia), que debería ser la destinataria de las promesas hechas a Israel (al verdadero). El conjunto de estas doctrinas es definido como “teología de la substitución” o “teología del reemplazo”, a la cual adhieren la gran mayoría de las comunidades cristianas, incluso aquellas que más sinceramente tratan de seguir las enseñanzas bíblicas, y también algunos grupos llamados “mesiánicos”, que a pesar de haber recibido luz acerca de las profecías sobre la Casa de Israel, no han abandonado la actitud anti-judaica. En las iglesias evangélicas la teología de la substitución está representada principalmente por el dispensacionalismo, que sostiene teorías anti-bíblicas como el premilenialismo, el pre-tribulacionismo, el antinomianismo, o sea, varias formas de anti-judaísmo... todo simplemente para crear en la historia de la redención una “paréntesis” que justifique la existencia de la iglesia como heredera de la elección que originalmente ‒y para siempre‒ pertenece a Israel.

La solución a este problema se encuentra en las Escrituras, en un modo claro y preciso. Los Profetas nos hablan de UN solo pueblo elegido, que es Israel, compuesto por dos realidades bien distintas y separadas, que no son Israel y la iglesia, sino la “Casa de Judá” y la “Casa de Israel”, sobre las cuales hay profecías específicas que conciernen o una o la otra, para todos los tiempos, sin ninguna “paréntesis” en la cual haya lugar para algún otro pueblo o realidad substitutiva. La Casa de Judá y la Casa de Israel constituyen la Asamblea de Israel -Kahal Yisrael-, el pueblo elegido, y es en esta Asamblea que los gentiles deben ser “injertados” para poder participar en las promesas.

Antes de estudiar el aspecto teológico es necesario aclarar algunos conceptos y definiciones desde el punto de vista histórico-bíblico, fundamentales para el estudio de las profecías. Hoy los términos “hebreo”, “israelita” y “judío” son considerados sinónimos, pero en las Escrituras asumen significados diversos a través de la historia.


¿Quiénes son los Hebreos?

En Génesis 10:21 está escrito “Shem, padre de todos los hijos de Heber”. ¿Qué significa esto? ¿Por qué Heber, el quinto de once patriarcas desde Noaj hasta Avraham, es nombrado en modo específico como el progenitor de una descendencia que consideramos que comienza sólo seis generaciones después? Heber es de hecho el progenitor de muchos pueblos y su descendencia se divide en dos ramas separadas, y sólo de una de estas ramas desciende Avraham, el “padre de los Hebreos”.
Luego en Génesis 14:13 leemos: “Avraham, el Hebreo” ‒ entonces, Avraham, el progenitor de los Hebreos, ¡era ya un Hebreo! Efectivamente, documentos históricos de la época de Avraham hablan de un pueblo o grupo de pueblos dispersos entre Egipto y la Mesopotamia denominados “Hebreos”, “Apiru”, “Habiri”, un pueblo sin un territorio definido, habitantes de las principales ciudades del Medio Oriente, frecuentemente en Egipto para comerciar o bien para establecerse allí... justamente como Avraham. De esto se deduce que los Hebreos en origen no eran sólo los descendientes de Israel, sino también una infinidad de pueblos, incluso muchos de los enemigos de Israel, tales como Ammon y Moav.
La historia de la elección comienza justamente aquí: En Génesis 12:1-3 está escrito:

“Pero HaShem había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que Yo te mostraré: Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás fuente de bendición; y bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te menosprecien maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.

Luego en Génesis 17:4-7 está escrito:

“He aquí Mi Pacto es contigo:... será tu nombre Avraham, porque te he puesto por padre de una multitud de naciones... Y estableceré Mi Pacto entre Mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por Pacto perpetuo...”

El Eterno eligió a Avraham entre los Hebreos para llevar a cabo Su plan, exhortándolo a dejar a su parentela. Avraham tuvo después ocho hijos, uno de la sierva Egipcia, seis de Qeturah, e Yitzhak, el “hijo de la promesa”, que tuvo de Sara, que era Hebrea. La elección se reduce, no se refiere a todos los descendientes de Avraham, sino sólo a los de Yitzhak. En Génesis 24:3-4, leemos que Avraham hace casar a Yitzhak en el interno de su parentela (¡la que antes tuvo que dejar!) para poder cumplir con el Pacto en base al cual se estableció su elección. Yishmael tomó una mujer Egipcia; de los otros hijos de Avraham no sabemos más nada. Sabemos solo que la elección continúa sólo a través de Yitzhak. Yitzhak tuvo dos hijos, Esau y Yakov. Esau, además de renunciar a sus derechos de primogenitura, tomó mujeres Cananeas, y fue excluido de la promesa. La elección de Israel se completa con Yakov, según está escrito en Génesis 28:1-5, con su matrimonio al interno de la familia de su padre, y la promesa hecha a Avraham es confirmada a él, como leemos en los versos 3 y 4:

Génesis 28:3-4 “El Shaday te bendiga, y te haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud de pueblos, y te dé la bendición de Avraham, y a tu descendencia contigo”.

De esta breve reflexión podemos sacar una primera conclusión: Elohim eligió en el principio no un pueblo Hebreo (aquellos “Arameos errantes” de la historia conocidos como “Habiri”) sino un hombre Hebreo, Avraham, y una mujer Hebrea, Sara, y la heredad espiritual de ellos transmitida a su descendencia. El ser “Hebreo” asume dos aspectos diferentes: uno físico, étnico, y el otro espiritual. De hecho, desde el punto de vista material, también Yishmael y los hijos de Avraham y Qeturah son Hebreos ‒por lo tanto, muchos de los Árabes‒, como lo son también los Edomitas; pero según la herencia espiritual, solamente los descendientes de Yakov son Hebreos. Sin embargo, esta heredad espiritual estaba ligada a una línea genética, y se perdía con los matrimonios mixtos. Esto significa que no era entonces transferible a otros pueblos. Sólo Yitzhak y Yakov se casaron al interno de la familia de Avraham y de su mujer Hebrea Sara.
Esta herencia genética es confirmada también por la historia: en los documentos antiguos, el término “Habiri” desaparece para ser substituido por el término “Ivri”, que era aplicado exclusivamente a los Israelitas. Los Hebreos originales (Habiri), dispersos en el Medio Oriente, se mezclaron con los otros pueblos, perdiendo la propia identidad o creándose una nueva, como en el caso de Yishmael y Esau. Sólo los Israelitas conservaron la identidad hebraica.
Sin embargo, los Israelitas no se llamaban a sí mismos “Ivri” (Hebreos), sino que eran los otros pueblos que los denominaban de ese modo, reconociendo el origen étnico de esta nación. Los Hebreos se llamaban a sí mismos “Bney Yisrael”, Hijos de Israel. Todos los otros “Hebreos” son para ellos como cualquier otro pueblo, o sea “Goyim”, “gentiles”. Los Ismaelitas, los Madianitas, los Edomitas, etc. eran y son gentiles, a pesar de su origen común con los Israelitas.
En esta fase histórica, los términos “Hebreo” e “Israelita” pasan a ser sinónimos.

En Egipto los Israelitas llegaron a ser una nación compuesta por trece Tribus. Muy probablemente, eran un componente de aquella misteriosa raza llamada “Hyksos”, pueblo monoteísta que gobernó sobre Egipto durante unos dos siglos. Las Tribus de Israel se desarrollaron autónomamente, y es factible que ya en este periodo, la de Judá haya adquirido características particulares que se hicieron evidentes después de la conquista de Canaán.
Una vez establecidos en Canaán, sólo la Tribu de Judá ocupó completamente su territorio, todas las otras convivieron con los Cananeos, y no los echaron como les había sido comandado. En el libro de los Jueces, de hecho, Judá no está involucrado en el alternarse de periodos de independencia y de dominación extranjera, y parece haber gozado de estabilidad. Por ejemplo, en el cántico de Devorah, que elogia a las Tribus que han participado en la guerra de liberación y reprocha a aquellas que en cambio no han tomado parte, no nombra a Judá. La ausencia de Judá como protagonista en el periodo de los Jueces indica que era ya de hecho una realidad política definida. Cuando todas las Tribus de Israel se organizaron para formar un único Reino, el primer rey no fue elegido entre las Tribus que tenían la preeminencia, sino de aquélla más pequeña, cuyo territorio estaba en medio de Judá y Efraím, porque sólo de esta manera se podía garantizar la unidad: de hecho, las dos Casas -Judá e Israel- existían ya. A la muerte de Shaul, el Reino se dividió, y David fue por siete años y medio Rey de Judá antes de reinar sobre todo Israel por otros 33 años. David conquistó Tzion y edificó Yerushalaym para hacerla su capital, elección que desde el punto de vista político era estratégica porque no era en territorio de Judá, sino que pertenecía a Binyamin, por lo tanto, “neutral” entre Judá y Efraím. Probablemente, la única posibilidad de mantener la unidad de su Reino. Sin embargo, como expondré más adelante, la diferencia entre Judá y las otras Tribus perduró a pesar de estar reunidas bajo un único rey y las dos partes se separaron en dos Reinos a la muerte de Salomón. La división del Reino no es el origen de la diferencia entre las dos Casas, sino la consecuencia. El Reino del Norte, llamado Israel, adoptó un sistema religioso fundado parcialmente sobre la Torah, pero con las características de las religiones de los gentiles. Exactamente como el cristianismo se funda sobre la Biblia, pero mezclado con tradiciones paganas. El Reino de Judá en cambio, aunque con algunos periodos de infidelidad, permaneció ligado a la Torah y al Templo. Muchos Israelitas del Reino del Norte que quisieron mantenerse fieles a los Preceptos Mosaicos se transfirieron a Judá, y fueron por consiguiente identificados con esta Tribu aunque pertenecientes a las otras.
El Reino de Israel fue destruido por los Asirios, y su población fue deportada, para no retornar más. Así como sucedió con los Habiri y los otros hijos de Avraham, se mezclaron con las otras naciones y perdieron la propia identidad hebraica. Más de un siglo después, también el Reino de Judá cesó de existir como realidad política y su población fue deportada a Babilonia, pero conservaron la propia identidad en el exilio y muchos retornaron a Yerushalaym.
Después del exilio en Babilonia, los únicos Hebreos reconocidos como tales son los de la Casa de Judá, y son desde entonces llamados “Judíos”, asumiendo así la identidad de todo el pueblo de Israel, mientras la Casa de Israel pasó a ser un pueblo gentil. En el actual Estado de Israel, los ciudadanos Hebreos son identificados en sus documentos con el término “Yehudim”, o sea, “Judíos”, mientras los otros ciudadanos son Israelíes pero no Judíos, es decir, Israelíes gentiles.
En conclusión, a la pregunta “¿Quiénes son los Hebreos?”, la respuesta depende del periodo histórico al cual se refiere: en el origen eran los descendientes de Heber, luego los de Avraham, luego los Israelitas, y después del exilio en Babilonia, sólo los Judíos, o sea, todos los Israelitas que pertenecen a la Casa de Judá, mientras que aquellos de la Casa de Israel son hoy gentiles.
Como en el principio, el término “Hebreo” tiene dos significados distintos: uno físico, étnico, y otro espiritual. Sólo la Casa de Judá ha conservado la herencia espiritual de Avraham, Yitzhak y Yakov, por lo tanto, desde el punto de vista espiritual, sólo los Judíos son Hebreos. Considerando el aspecto genético, en cambio, si en el principio era indispensable permanecer al interno de la familia de Avraham y Sara ‒para que se formase una nación con una identidad definida según la elección‒, en el Pacto Sinaítico esta condición fue abolida, extendiendo a todos los gentiles -“Gerim”- que quisieran entrar, el derecho a formar parte de la familia de Israel. El Pacto Sinaítico es eterno, y está en los parámetros establecidos en el Sinai que la “iglesia” puede encontrar un puesto al interno del pueblo elegido, Israel, como Shaul -llamado Pablo- ha escrito: los gentiles pueden sólo ser “injertados” en el verdadero olivo, que es Israel (Romanos 11:17). El mismo Shaul, considerado por muchos el fundador de la iglesia gentil, nunca consideró la posibilidad de que exista un segundo pueblo elegido aparte de Israel, en el cual los gentiles pueden entrar para participar en las promesas.


La Casa de Israel y la Casa de Judá

“¿No has echado de ver lo que habla este pueblo, diciendo: Las dos familias que HaShem escogiera ha desechado? Y han tenido en poco a Mi pueblo, hasta no tenerlo más por nación. Así ha dicho HaShem: Si no permanece Mi pacto con el día y la noche, si Yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra, entonces también desecharé la descendencia de Yakov, y de David Mi siervo, para no tomar de su descendencia quien sea señor sobre la posteridad de Avraham, de Yitzhak y de Yakov. Porque haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia!”

- Yirmeyahu 33:24-26 -


En las reflexiones acerca de las profecías de las Escrituras, es importante considerar el momento histórico en el cual son pronunciadas, y el sujeto al cual se refieren. Muchas profecías se dirigen a “todo Israel” o a la “Asamblea de Israel” – “Kahal Yisrael”, incluyendo todo el pueblo, pero muchas veces, estas son más específicamente dirigidas hacia la “Casa de Israel” o la “Casa de Judá”, que constituyen las dos familias de Su pueblo. Por lo tanto, hay UN solo pueblo, al cual pertenecen dos “familias” o “casas”, con promesas y planes de redención diversificados hasta la Era Mesiánica, cuando serán nuevamente reunidas.
La separación de estas dos Casas es comúnmente atribuida a la división del Reino después de la muerte de Salomón, pero como ya se ha anticipado, en realidad existía ya cuando el pueblo estaba todavía en Egipto.

Los hijos de Yakov – la primogenitura

El origen de Israel, y de su “doble identidad” comienza en Egipto, con la historia de Yosef (José) y sus hermanos. Yakov tuvo doce hijos, que fueron los patriarcas de trece Tribus, tres de las cuales asumieron un papel de “primogenitura” en lugar de aquél que era el primogénito según la carne, que fue destituido como tal (Génesis 49:4). Los hijos di Yakov son: Reuven, Shim’on, Levi, Yehudah (Judá), Dan, Neftali, Gad, Asher, Yisaskar, Zevulun, Yosef y Binyamin. Yakov luego adoptó sus nietos Menasheh y Efraím, dos hijos de Yosef, que fueron progenitores de dos Tribus, así Yosef recibió dos Tribus. La primogenitura fue transferida a:

* Efraím – Jeremías 31:9

* Levi – Números 3:12,41

* Yehudah – Génesis 49:8-10

Aunque la primogenitura no fue expresamente transferida a Judá, de hecho le fue asignado el papel de liderazgo sobre todos sus hermanos, aparentemente, sin un motivo real porque era Yosef el hijo predilecto de Yakov, y fue justamente Judá quien tuvo la idea de venderlo a los gentiles! La Tribu de Levi obtuvo la primogenitura sacerdotal, Judá la primogenitura política, y Efraím, una primogenitura no bien precisada, y de hecho nunca ejercitada sobre todo Israel, a excepción de la judicatura de Yehoshua (Josué), el mismo nombre que después del exilio en Babilonia pasó a ser más simplemente “Yeshua” (Jesús).

De la historia de Yosef en Egipto y de las vicisitudes que involucraron a él y sus hermanos se puede obtener una reflexión escatológica que atañe a los creyentes mesiánicos y cristianos, tomando seriamente en consideración sus conceptos de redención y salvación. En la teología mesiánica se habla del Mesías como “ben Yosef” y “ben David”, en Sus dos venidas, primero como “ben Yosef” (hijo de José), y después como “ben David” (hijo de David), Aquél que establecerá el reino de Israel y Jerusalem como cabeza de las naciones, el Mesías que la Casa de Judá espera. Yeshua era legalmente el hijo de Yosef. De los personajes de las Escrituras Hebraicas (Tanakh) que preanuncian algunos aspectos de la vida de Yeshua, aquél que indudablemente tiene el mayor número de semejanzas es justamente Yosef! Consideremos algunos de estos aspectos:

* Fue vendido a los gentiles por iniciativa de su hermano Judá – que luego pasó a ser preeminente entre todos sus hermanos.
* Fue reconocido por los gentiles, pero no por sus propios hermanos, hasta que él mismo se reveló a ellos (por lo tanto, los Judíos no pueden reconocer el Mesías hasta que no sea el Mesías mismo que se revelará a ellos).
* Llegó a ser el "salvador" de los gentiles, que lo llamaron "Tzaf'nat-pa'aneaj", o sea, el "salvador del pueblo".
* Bien que sus hermanos no lo reconocieron, él los salvó lo mismo! – El hecho que los Judíos no reconozcan al Mesías, no incide en la salvación, porque el plan de redención para los Judíos, como veremos en el curso de este estudio, es distinto del plan para los gentiles.
* Él se reveló a ellos después que los gentiles salieron de la escena (Génesis 45:1). El Mesías de los Judíos vendrá, según lo que el mismo Shaul declara, "después que haya entrado la plenitud de los gentiles" (Romanos 11:25).
Mientras tanto, había también miembros de su familia que lo reconocían: Efraím y Menasheh, sus hijos, pero entonces eran Egipcios y no formaban parte de Israel. Sólo después Yakov los adoptó como hijos propios y pasaron a ser dos Tribus, las cuales obtuvieron la preeminencia sobre las otras excepto sobre Judá. Por lo tanto, Efraím y Menasheh no eran conscientes de ser Israel, y eran considerados gentiles. En Génesis 48:19, Yakov mismo los bendijo diciendo de Efraím “su descendencia será una multitud de naciones”, o sea, la “plenitud de los gentiles” (melo ha-goyim)! ¿A quién se refiere Shaul con esta misma expresión en Romanos 11:25? ¿Cómo es posible que los hijos de Yosef, dos Tribus de Israel, de las cuales uno obtuvo la primogenitura, sean “multitud de gentiles”? ¿Y por qué, si la primogenitura pertenece a Efraím, ha sido de hecho ejercitada por Judá?... Las respuestas a estas preguntas serán expuestas en el curso de este estudio, después de haber tomado en consideración otros conceptos básicos para entender el papel de Efraím en el plan general de las profecías.

La monarquía en Israel

Después del periodo en el cual las Tribus eran gobernadas por Jueces, a veces autónomamente y a veces confederadas entre ellas (con la excepción de Judá, prácticamente ausente en el libro de los Jueces), el pueblo de Israel decidió de elegir un rey “como todas las otras naciones” (1Samuel 8:5). La constitución de todas las Tribus en un único reino presuponía la consolidación de la unidad nacional, pero examinando los siguientes versos de las Escrituras, podemos entender que la Casa de Israel y la Casa de Judá eran ya realidades definidas y eran consideradas como dos pueblos:

“Shaul los contó en Bezeq; y fueron los hijos de Israel trescientos mil, y treinta mil los hombres de Judá”. – 1Samuel 11:8

“Levantándose luego los de Israel y los de Judá, gritaron, y siguieron a los filisteos hasta llegar al valle, y hasta las puertas de Ekrón. Y cayeron los heridos de los filisteos por el camino de Saaraim hasta Gat y Ekrón”. – 1Samuel 17:52

“Mas todo Israel y Judá amaba a David, porque él salía y entraba delante de ellos”. – 1Samuel 18:16

“De cuarenta años era Ishboshet, hijo di Shaul, cuando comenzó a reinar sobre Israel, y reinó dos años. Solamente los de la Casa de Judá siguieron a David. Y fue el número de los días que David reinó en Hevron sobre la Casa de Judá, siete años y seis meses”. – 2Samuel 2:10-11

“Trasladando el reino de la casa de Shaul, y confirmando el trono de David sobre Israel y sobre Judá, desde Dan hasta Beer-Sheva”. – 2Samuel 3:10

“Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel al rey en Hevron, y el rey David hizo pacto con ellos en Hevron delante de HaShem; y ungieron a David por rey sobre Israel”. – 2Samuel 5:3
“En Hevron reinó sobre Judá siete años y seis meses, y en Jerusalem reinó treinta y tres años sobre todo Israel y Judá”. – 2Samuel 5:5

Shaul, el primer rey de Israel, de la Tribu de Binyamin, contaba los hombres de Judá separadamente de los de Israel, como un cuerpo “aliado” de su ejército. Después de él fue elegido rey David, que siendo de la Tribu de Judá, no fue confirmado por el resto de Israel sino después de siete años y medio, cuando los ancianos de Israel “hicieron alianza” con él (2Shmuel 5:1-4). En David se confirma la voluntad de Elohim de confirmar a los de Judá la supremacía en Israel.

“HaShem, Elohim de Israel, me eligió de toda la casa de mi padre, para que perpetuamente fuese rey sobre Israel; porque a Judá escogió por caudillo, y de la Casa de Judá a la familia de mi padre; y de entre los hijos de mi padre se agradó de mí para ponerme por rey sobre todo Israel”. – 1Crónicas 28:4

Sin embargo, también durante el reino de David, sólidamente unificado, las dos Casas permanecen distintas y son nombradas juntas cuando se hace referencia al la entera nación:

“Uriyah respondió a David: «El Arca, Israel y Judá están bajo tiendas, y mi señor Yoav, y los siervos de mi señor, en el campo; ¿y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré tal cosa»” – 2Samuel 11:11

Otro detalle interesante es que la Casa de Israel al principio conservó su fidelidad a Elohim debido al hecho que el Arca de la Alianza residía en territorio de Efraím:

“Shaul dijo a Ahiyah: «Trae el Arca de Elohim». Porque el Arca de Elohim estaba entonces con los hijos de Israel”. – 1Samuel 14:18

El autor escribe en el tiempo en que el Arca había sido definitivamente colocada en el Templo de Jerusalem, por lo tanto, en la nueva capital de Judá, y especifica que entonces (en los tiempos de los Jueces y de Shaul), estaba “con los hijos de Israel”. Uno de los motivos por el cual Yarov’am (Jeroboam) decidió “reformar” el culto hebraico fue precisamente porque el Arca no estaba más “con los hijos de Israel” sino en territorio de Judá, y temía que el pueblo fuera a Jerusalem y que así retornara bajo los reyes de Judá (1Reyes 12:26-28).

Durante el reinado de David, la distinción entre ambas casas se manifestó en la rebelión de Avshalom:

“Y David llegó a Mahanaim, y Absalom pasó el Jordán con toda la gente de Israel. Y asentó campo Israel con Absalom en tierra de Galaad.
Salió pues el pueblo al campo contra Israel, y dióse la batalla en el bosque de Ephraim; Y allí cayó el pueblo de Israel delante de los siervos de David, e hízose una gran matanza de veinte mil hombres”. – 2Samuel 17:24,26; 18:6-7

Y durante todo el reinado de David, los ejércitos de Israel y de Judá se contaron separadamente:

“YHVH hará volver su sangre sobre su propia cabeza, porque él arremetió contra dos hombres más justos y mejores que él y los mató a espada sin que mi padre David lo supiera: a Abner, hijo de Ner, comandante del ejército de Israel, y a Amasa, hijo de Jether, comandante del ejército de Judá”. – 1Reyes 2:32

A la muerte de Salomón, de hecho, la Casa de Israel se constituyó en reino independiente. Como ya se ha dicho anteriormente, la división del Reino no es el origen de la diferencia entre las dos Casas, sino la consecuencia. Fue la Casa de Israel que se separó de la Casa de David su rey, y es la Casa de Israel que debe retornar a David! Este retorno y reunificación es misión del Mesías. Muchos Profetas fueron enviados a la Casa de Israel, entre ellos Eliyahu y Elisha (Elías y Eliseo), para hacerla retornar a HaShem Elohim. La Casa de Judá en cambio, fue aquella que permaneció fiel a su elección.
El Reino de Israel fue destruido por los Asirios, y su población fue deportada. Esto marcó el fin definitivo del Reino de Israel, pero no de la Casa de Israel, que asumió una característica particular desde el punto de vista profético. Este es también el origen del mito de las Tribus Perdidas de Israel, pero en realidad no es exacto identificar las Casas sobre una base puramente tribal, porque muchos Israelitas pertenecientes a las Tribus del Norte se establecieron en el Reino de Judá para permanecer fieles a la Torah y al Templo – otros de Israel habitaban ya en territorio de Judá (1Reyes 12:17; 1Crónicas 9:3); otros se refugiaron en Judá después de la primera deportación bajo Tiglat-Pileser III cuando la caída definitiva de Samaria era inminente. De hecho, en el tiempo de los reyes Hizqiyahu (Ezequías) y Yoshiyahu (Josías), después de la deportación de la Casa de Israel en Asiria, se habla de la presencia de todas le Tribus en el Reino de Judá – 2Crónicas cap. 30, 31 y 34. También la Tribu de Binyamin fue “anexada” a Judá, y forma parte de la Casa de Judá. También los Levitas permanecen como Tribu sacerdotal en el seno de la Casa de Judá. Los Judíos actualmente se dividen en “Kohanim”, que son los descendientes de Aharon, “Levi’im” y “Yehudim”.

Los Profetas

Las Escrituras son muy precisas en especificar si los Profetas son mandados a la Casa de Israel o a la Casa de Judá, porque las profecías que atañen a una y otra son particularmente diversas.
En general, los exegetas cristianos no reconocen la diferencia esencial que existe entre Israel/Efraím/Casa de Israel por un lado y Judá/Casa de Judá por el otro en la esfera profética, pero identifican a ambas con los Hebreos/Israelitas/Judíos y es por esto que no hallan algún lugar para la iglesia o los gentiles. Es por esto que se han visto obligados a atribuir a la iglesia las bendiciones prometidas a Israel – pero refutándose de aceptar también las puniciones, que han dejado para los Judíos...
Si se estudian cuidadosamente las profecías, se puede comprobar que aquellas pronunciadas sobre la Casa de Israel no se han verificado en el pueblo que hoy conocemos como Israelitas (los Judíos), sino sólo aquellas específicamente dirigidas a la Casa de Judá se han cumplido y se cumplen todavía en el actual pueblo de Israel, o sea los Judíos – Por lo tanto, ¿a quién se refieren aquellas sobre la Casa de Israel?
Antes de tratar algunos aspectos de las profecías bíblicas, presento un breve resumen sobre los Profetas “escritores” ‒como son definidos aquellos que han dejado sus profecías escritas en los libros de la Biblia‒, su pertenencia a una de las dos Casas y los destinatarios de sus mensajes:

YESHAYAHU (Isaías)

 

Profeta de la Casa de Judá, profetizó sea a la Casa de Judá que a la Casa de Israel, y también a pueblos gentiles. Durante su ministerio, la Casa de Israel fue deportada a Asiria.

 

 

 

YIRMEYAHU (Jeremías)

 

Profeta de la Casa de Judá, cuando la Casa de Israel estaba ya en exilio. Durante su ministerio la Casa de Judá fue deportada a Babilonia. Profetizó la restauración de ambas en la Era Mesiánica.

 

 

 

YEHEZKEL (Ezequiel)

 

Profeta de la Casa de Judá durante el exilio en Babilonia, fue mandado a Tel-Aviv en Asiria a profetizar a la Casa de Israel, que a pesar de 120 años de exilio no se había arrepentido; profetiza también contra Judá y Jerusalem, y anuncia su restauración y reconciliación con la Casa de Israel en la Era Mesiánica.

 

 

 

DANIEL *

 

Profeta de la Casa de Judá durante el exilio en Babilonia, su profecía se refiere sólo a la Casa de Judá, y a las potencias gentiles.

 

 

 

HOSHEA (Oseas)

 

Profeta aparentemente de la Casa de Israel, su profecía se refiere a la Casa de Israel, que había pasado a ser una nación gentil como consecuencia de su apostasía; enfatiza la especificidad de la Casa de Judá que mantendrá siempre su carácter de Pueblo de Elohim, en contraste con la Casa de Israel, que no lo será más hasta su restauración final.

 

 

 

YOEL (Joel)

 

Profeta de la Casa de Judá, profetizó sobre la restauración de la Casa de Judá y de Jerusalem, y su perpetuidad como pueblo elegido (en contraste con lo que Oseas dice sobre la Casa de Israel). Menciona a Israel en la totalidad, después de la restauración y reunificación.

 

 

 

AMOS

 

Profeta de la Casa de Judá, enviado contra la Casa de Israel.

 

 

 

OVADIYAH (Abdías)

 

Profeta de la Casa de Judá, su profecía se dirige principalmente contra Edom, y anuncia el triunfo final de la Casa de Judá junto a la Casa de Israel.

 

 

 

YONA (Jonás)

 

Profeta de la Casa de Israel, contra Asiria, una nación gentil. Es notable el hecho que haya sido justamente a un Profeta de la Casa de Israel que Elohim ha mostrado Su misericordia hacia los gentiles. Asiria fue luego la nación donde la Casa de Israel fue llevada al exilio, y los Israelitas pasaron a ser gentiles como los Asirios. Fue también la primera nación que se convirtió en masa a Yeshua de Nazaret, dando inicio al rescate de las “ovejas perdidas de la Casa de Israel”.

 

 

 

MIKAH (Miqueas)

 

Profeta de la Casa de Judá, distingue claramente la Casa de Judá de la de Israel y profetiza principalmente sobre esta última. Es significativa la profecía del capítulo 5, en la cual habla de Betlehem, de la cual anuncia que vendría Aquél que alcanzará a “los hijos de Israel” y los rescatará de en medio a las naciones. El que reinará sobre la Casa de Israel proviene de Judá, y hará retornar la Casa de Israel a Sion.

 

 

 

NAHUM

 

Profeta probablemente de la Casa de Judá, anuncia la destrucción de Nínive.

 

 

 

HAVAKUK

 

Profeta de la Casa de Judá, contra los Caldeos.

 

 

 

TZEFANYAH (Sofonías)

 

Profeta de la Casa de Judá, sobre la Casa de Judá y Jerusalem.

 

 

 

HAGGAI

 

Profeta de la Casa de Judá, después del exilio en Babilonia.

 

 

 

ZEKHARYAH (Zacarías)

 

Profeta de la Casa de Judá, después del exilio en Babilonia. Anuncia la perpetua enemistad entre Judá e Israel, hasta su reunificación en el Reino del Mesías.

 

 

 

MALAKHI (Malaquías)

 

Profeta de la Casa de Judá, se dirige a la Casa de Israel pero amonesta también a la Casa de Judá.

* Hemos incluido aquí a Daniel aunque en el TaNaJ no está entre los Profetas, porque el ministerio de profeta consistía principalmente en amonestar al pueblo: él recibía visiones y sueños, y revelación de sueños del rey, pero no exhortaba a su pueblo. Igualmente José, que recibía sueños y revelaba los sueños al rey, pero no predicaba a su pueblo, por lo tanto no era profeta en el sentido estricto. A ambos, José y Daniel, se aplica mejor el título de “vidente” –jozeh–, más que de profeta –navi–. Ambos fueron puestos por “jefe de los magos y adivinos” en reinos paganos, porque eran videntes y anunciaron eventos futuros. En este estudio nos interesa igualmente lo escrito y anunciado por Daniel, en cuanto es atinente al tema que tratamos.

Es interesante notar que ninguno de los Profetas de la Casa de Israel ha jamás ministrado sobre la Casa de Judá. Ni siquiera Elías y Eliseo, los más grandes Profetas, que perteneciendo a la Casa de Israel no han profetizado en Judá. De hecho, los Judíos no reconocían algún Profeta proveniente de Galilea (Yohanan/Juan 7:52). En 1Reyes 13, un Profeta de Judá, un “hombre de Elohim”, es mandado a anunciar a Yarov’am el castigo sobre la Casa de Israel, pero a su vez fue castigado también él por haber escuchado a un profeta de la Casa de Israel! Ninguno de Israel tiene autoridad para profetizar sobre Judá. De los Profetas escritores, sólo Hoshea y probablemente quien ha escrito la historia de Yona pertenecían a la Casa de Israel; todos los otros son Judíos. Hoshea escribió durante el apogeo del Reino de Israel, no en exilio, y su profecía es esencial para entender la identidad de la Casa de Israel.
Considerando que Hoshea es el único Profeta de la Casa de Israel que escribe dirigiéndose a la propia nación –todos los otros Profetas escritores son de Judá– será el primero que estudiaremos.


Hoshea

El Profeta recibe de Elohim la orden de representar en modo concreto la relación entre Elohim y la Casa de Israel, tomando una mujer que ejercitaba la promiscuidad en el contexto de los rituales de fertilidad de los Cananeos (Hoshea 4:11-14). Israel es la esposa de Elohim... exactamente como la iglesia lo es del Cordero! (Apocalipsis 21:9).

1:2 El principio de la palabra de HaShem por medio de Hoshea. Dijo HaShem a Hoshea: «Ve, tómate una mujer meretriz, e hijos de fornicación; porque la tierra se prostituye apartándose de HaShem el Eterno».

“Hoshea” significa “salvación”, nombre que tiene la misma raíz que “Yehoshua”, “Yeshua” (Josué, Jesús). El Eterno no habría mandado al Profeta a ejecutar un acto prohibido por la Torah; la mujer es llamada meretriz en virtud de lo que ella habría sido después. La mujer responde a las características de las prostitutas sagradas del culto a baal. La promiscuidad de la mujer está en directa relación con la apostasía, en la misma manera que es descrita en el Nuevo Testamento la iglesia apóstata.
Tal representación no es aplicable al Pueblo Judío después del exilio en Babilonia; al contrario, desde entonces los Judíos se distinguen de todos los otros pueblos por su celo de la Torah y su rechazo absoluto de la idolatría. Las características atribuidas en esta profecía a la Casa de Israel en cambio se han verificado en el seno de la iglesia. La vida de Hoshea representa la relación entre Elohim y la Casa de Israel; la paternidad de los hijos no se pone en duda a pesar de la infidelidad de la mujer. El pueblo del Pacto cae en el sincretismo, mezclando el culto de HaShem con los rituales paganos; aún se considera “esposa del Señor” mientras de hecho observa tradiciones paganas.

1:6 Concibió ella otra vez, y dio a luz una hija. Y le dijo Elohim: «Ponle por nombre Lo-ruhama, porque no me compadeceré más de la Casa de Israel, sino que los quitaré del todo».

1:8-9 Después de haber destetado a Lo-ruhama, concibió y dio a luz un hijo. Y HaShem dijo a Hoshea: «Ponle por nombre Lo-ammi, porque vosotros no sois Mi pueblo, ni Yo seré vuestro Elohim».

La Casa de Israel ha sido definitivamente rechazada. Literalmente, la última frase dice “Yo no soy más el «Yo seré» (Éxodo 3:14) para vosotros”. Esto no ha sucedido jamás con el actual Pueblo Israelita, los Judíos; de hecho, la Casa de Judá está excluida de estas declaraciones y juicios:

1:7 «Mas de la casa de Judá tendré misericordia, y los salvaré por HaShem su Elohim; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni jinetes».

Está claro y es evidente que la Casa de Judá son los Israelitas del Reino fundado por David, que por sus transgresiones fueron también ellos deportados a Babilonia, pero sólo por 70 años, y luego retornaron a Jerusalem y son todavía hoy reconocidos como Hebreos. Para ellos ha sido prevista la salvación en un modo diverso, a través de su Elohim, Aquél en Quien los Judíos creen. ¿Entonces, quienes son hoy en día aquellos de la Casa de Israel? ¿A quiénes se dirige la profecía de Hoshea?

1:10 Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue dicho: “Vosotros no sois pueblo Mío”, les será dicho: “Sois hijos de El Hai”.

El capítulo concluye con una promesa de redención, una multiplicación física y una restauración de su relación con Elohim.
“El número de los hijos de Israel será como la arena del mar, que no se puede medir ni contar”, confirma la promesa hecha a Yakov (Génesis 32:12). En la presente situación, es difícil atribuir una tal multiplicación al Pueblo Judío, que son un número más bien modesto. Es también inaplicable la declaración sucesiva, porque hasta el día de hoy, los Judíos son llamados “el Pueblo Elegido”, principalmente por los creyentes en Yeshua (que tienen autoridad espiritual para poderlo declarar), y también por sus enemigos. Examinemos entonces a quién en el Nuevo Testamento estas palabras de Hoshea son aplicadas:

“Y para hacer notorias las riquezas de Su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que Él preparó de antemano para gloria, a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles? Como también en Oseas dice: «Llamaré pueblo Mío al que no era Mi pueblo, y a la no amada, amada». Y en el lugar donde se les dijo: «Vosotros no sois pueblo Mío», allí serán llamados hijos «hijos de El Hai»”. – Romanos 9:23-26

Shaul está escribiendo estas palabras a los Romanos! El apóstol atribuye a creyentes gentiles las palabras que Hoshea pronunció acerca de la Casa de Israel! Shaul era un docto Judío, conocedor de las Escrituras, discípulo de Gamaliel; ¿podía quizás dar una interpretación visiblemente errónea? Shaul afirma que los creyentes, que no eran considerados “Mi pueblo”, eran los “vasos de misericordia que habían ya sido primeramente preparados para la gloria” – en la óptica bíblica, esta declaración es inaplicable a los gentiles; aquí Shaul hace referencia a Jeremías 18:6, los vasos preparados para la gloria están en el contexto de un mensaje profético para la Casa de Israel. Sobre las referencias a Israel en las epístolas de Shaul, particularmente en aquella a los Romanos, se discutirá más adelante en este estudio.
Hoshea concluye el primer capítulo con la visión de un Israel fiel y numeroso, que al final (v. 11), será reunido nuevamente con Judá bajo un único Rey, el Mesías.

En el capítulo 2, el Marido no habla directamente con la esposa, están separados. El adulterio es castigado con la muerte, pero el amor de Elohim es más fuerte que Su ira. Se prepara el camino del perdón más allá de la Ley. Ella ha dejado su Elohim por los falsos dioses (los amantes).

2:11 Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de reposo, y todas sus festividades.

Evidentemente, esta profecía no es aplicable a los Judíos, que no han cesado jamás de observar los Shabat, los Rosh Hodesh (Novilunios) y todas las festividades instituidas en la Torah, al contrario, este celo en la observancia de los días solemnes es una de sus principales características que les distingue de todos los otros pueblos.
La abolición del Shabat y de las festividades hebraicas es en cambio una realidad típica de la iglesia. A pesar de que el Nuovo Testamento no dice ni una palabra que pueda indicar que tales celebraciones hayan sido abolidas – al contrario, está escrito: “No penséis que yo haya venido para abolir la Ley o los Profetas; yo he venido no para abolir sino para llevar a cumplimiento. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. – Mateo 5:17-20
Los cristianos, aún reconociendo en las Escrituras la Palabra de Elohim, no observan Sus mandamientos acerca de las festividades solemnes y el Shabat, y enseñan a no observarlos. En cambio están muy ligados a la observancia de fiestas paganas como la navidad, la llamada “pascua” y otras celebraciones que el Eterno no ha instituido, sino mas bien alguno como Jeroboam ha “elegido de su propia mente” (1Reyes 12:33). Yeshua en cambio ha exhortado a superar la justicia de los escribas y de los fariseos, no renegando lo que ellos hacían justamente, sino haciéndolo mejor.

2:14 Pero he aquí que Yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.

Reconducir Israel en el desierto, donde comenzó su historia, sugiere un nuevo inicio.

2:16-17 En aquel tiempo, dice HaShem, me llamarás: “Ishi!” y nunca más me llamarás: “Baal!” Porque quitaré de su boca los nombres de los baales, y nunca más se mencionarán sus nombres.

También esto no puede atribuirse a los Judíos, que respetuosamente llaman a Elohim “Adonay”, pero no “baal”. Es curioso el hecho que la palabra “baal” se traduce “Señor”, como usualmente los cristianos llaman ya sea a Elohim que a Yeshua. La Casa de Israel, de lo que el Profeta dice en este verso, con este término no quería dirigirse a otro dios, sino que se dirigía al verdadero Elohim. También los cristianos adoran el verdadero Elohim, no otro dios, pero ¿se dirigen a Él como Él ha mandado, o usan términos heredados de su pasado pagano?

2:19 Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia.

En el futuro glorioso de la Casa de Israel restaurada está su matrimonio con su Elohim. La Casa de Israel es indudablemente la esposa – ¿y la iglesia?...

Desde el capítulo 4:15 al 6:11 el Profeta habla de la situación inmediata, cuando Israel y Judá están en conflicto – Judá arriesgaba de caer en la misma manera que Israel. La Casa de Israel es más específicamente identificada con Efraím y Samaria. La situación di Judá era incierta, el momento histórico se refiere al reino de Ajaz, que “siguió el ejemplo de los reyes de Israel ... siguiendo las prácticas abominables de las gentes que HaShem había echado de en medio a los hijos de Israel” (2Reyes 16:3). En tales condiciones, Judá habría sufrido la misma condena. En el momento crucial, cuando la caída del Reino de Israel era inminente, en Jerusalem reinaba Hizkiyahu (Ezequías), un rey justo que cambió la situación de Judá, evitando la deportación que en cambio sufrió Israel.

7:8 Efraím se ha mezclado con los demás pueblos; Efraím fue torta no volteada.

9:3 No quedarán en la tierra de HaShem, sino que volverá Efraím a Egipto y a Asiria, donde comerán vianda impura.

La Casa de Israel es como una torta no volteada, cocida sólo de una parte. Se mezcla con los gentiles, se pierde en medio de ellos. Come alimentos impuros. – Ninguna de estas cosas puede atribuirse a los Judíos, que después de siglos, milenios de dispersión, no se han mezclado con los gentiles, sino que conservan la propia identidad hebraica. Otra de las características que los distingue de los otros pueblos es que no comen alimentos impuros. Los Judíos generalmente comen “kosher”; en el moderno Estado de Israel los negocios de alimentos y restaurantes deben exhibir un certificado rabínico que garantice que sus productos son “kosher”. Evidentemente, la Casa de Israel no son el pueblo que hoy reconocemos como Judíos; el sujeto de esta profecía no son ellos. ¿Quién es, entonces, la Casa de Israel?

9:5 ¿Qué haréis en el día de la solemnidad, y en el día de la fiesta de HaShem?

Reafirma el concepto ya examinado anteriormente, en 2:11, que la Casa de Israel no observará más los días establecidos en la Torah, a diferencia de los Judíos, que todavía los observan. Son festividades oficiales en el actual Estado de Israel.

11:1 Cuando Israel era muchacho, Yo lo amé, y de Egipto llamé a Mi hijo.

En Mateo 2:15 dice: “...para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: «de Egipto llamé a mi Hijo»”. Es significativo que en el Evangelio se aplica a Yeshua una palabra que el Profeta pronuncia en referencia explícita a Israel. Este argumento será tratado más específicamente después, en el estudio sobre el Nuevo Testamento.

En 11:8-11, Elohim manifiesta Su misericordia hacia Efraím (ver Jeremías 31:18-20), concediéndole una segunda oportunidad, un nuevo inicio. La redención de Efraím se lleva a cabo por un acto de pura gracia. La salvación de la Casa de Israel pasa a través de la sanidad y la resurrección, como el Profeta ha anticipado in 6:1-3 :

6:1-3 Dirán: “Venid y volvamos a HaShem; porque Él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de Él. Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a HaShem; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra”.

Hoshea concluye, en el capítulo 14, con una palabra de esperanza fundada sobre el amor del Eterno hacia la Casa de Israel, anunciando su futura conversión.
Conclusión: El Profeta Hoshea advierte a su nación, la Casa de Israel, anunciando su exclusión del Pacto Mosaico, una condena definitiva que la coloca al mismo nivel de los pueblos gentiles. Su rescate se lleva a cabo ya no más en virtud del Pacto, que la Casa de Israel ha violado, sino en virtud de la gracia de Elohim que le concede la posibilidad de arrepentimiento. Una posición claramente diversa de aquella que concierne a la Casa de Judá, que a pesar de algunos periodos de infidelidad, permanece en el Pacto y su relación con Elohim sigue siendo regulada según la Torah.

Hoshea inicia su profecía anunciando el castigo de la Casa de Yehu por causa de la sangre esparcida en Yizre’el. Esto parece contradecir lo que el mismo Elohim había ordenado a Yehu a través de los Profetas Elías y Eliseo, el exterminio completo de la Casa de Ajav – 1Reyes 19:16-17; 21:21-23; 2Reyes 9:7-10 (ver: “¿Conflicto Profético?”). Después de Shaul y David, sólo Yehu ha sido ungido con aceite como rey de Israel (2Reyes 9:3). Yehu había sido verdaderamente elegido por Elohim para cumplir Su voluntad. Elohim estaba dando a la Casa de Israel una oportunidad de retornar al Pacto. Yehu debía restablecer completamente la Torah, pero se limitó a hacer una “reforma”: abolió la idolatría, las imágenes, todo lo que era visiblemente contrario a las Escrituras – pero no completamente, dejó las base que había puesto Jeroboam, sus fiestas, su modo de servir el culto a Elohim. Una historia que encuentra un sorprendente paralelismo con la de la iglesia...

 

 

Nota: Acerca de la utilización de mayúsculas o minúsculas – los nombres referentes a pueblos son escritos con mayúscula, como Judíos, Asirios, Romanos, etc.; aquellos referidos a confesiones o religiones, son escritos con minúscula, como mesiánicos, cristianos, etc.; por lo tanto, en escribir “Judíos y cristianos” no se trata de una discriminación, sino que se aplica esta regla.