Gog y Magog
Ezequiel 38-39

 

Y vino a mí la palabra de HaShem, diciendo: “Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia Gog, de la tierra de Magog, príncipe soberano de Meshec y Tubal, y profetiza contra él. Y di: «Así dice el Señor HaShem: 'He aquí estoy contra ti, oh Gog, príncipe soberano de Meshec y Tubal'»”.

‒ Ezequiel 38:1-3


El Profeta Ezequiel se dirige a las naciones que vendrán contra Israel en los últimos tiempos. Esta profecía ha sido generalmente muy mal interpretada en muchos ambientes cristianos, cuyos teólogos han elaborado una exégesis totalmente errónea y especulativa, cargada de prejuicios políticos y circunstanciales, basando sus conclusiones en aparentes semejanzas entre términos en lenguas diferentes que no tienen ninguna relación ni etimológica ni semántica entre sí.
La interpretación correcta de los nombres de los pueblos y lugares mencionados debe fundarse en una sólida investigación histórica y lingüística, teniendo presente que los profetas hebreos no estaban escribiendo a una audiencia occidental, sino que expresaban conceptos conocidos y reales en su época, por lo tanto, toda interpretación debe ser coherente con el punto de vista del escritor en su momento histórico.

La profecía se extiende a lo largo de los capítulos 38 y 39 completos, y menciona a diversos actores, en el siguiente orden: Gog, Magog, Meshec y Tubal (38:2), Persia, Kush y Put (38:5), Gomer y Togarma (38:6), Sheva, Dedán y Tarsis (38:13).
Antes de proceder a la identificación de cada uno de estos nombres, es necesario determinar con precisión la correcta traducción del título que se aplica al personaje contra quien va dirigida la profecía: “Gog, de la tierra de Magog, príncipe soberano de Meshec y Tubal”, tal y como dice la traducción Reina-Valera – o bien, la versión más literal de la RVA de 1909, “príncipe de la cabecera de Mesech y Tubal”. También es correcta la BLP, que dice: “príncipe supremo de Mesec y Tubal”. Asimismo, la Peshitta, traducida desde el arameo, dice: “gobernante y príncipe de Mesec y de Tubal”. Sin embargo, en LBLA y la VM de 1929 dice: “príncipe de Ros, Mesec y Tubal”, traducción inexacta que se ha prestado a incentivar la interpretación errónea más difundida.
El término hebreo que inexplicablemente algunas versiones han optado por transcribir en lugar de traducir es “rosh”, transformando el título de “príncipe soberano” o “príncipe supremo” o “gobernante y príncipe” en “príncipe de Ros”, que no tiene ningún sentido, puesto que no existía en tiempos del Profeta ningún país o pueblo o nación llamado “Ros”, ni tampoco está hablando de alguna entidad futura, sino que describe un escenario real, con protagonistas reales de su tiempo, y está empleando un título administrativo y militar conocido en aquella época y muchas veces mencionado en todas las Escrituras.
El título en hebreo es נשׂיא ראשׁ משׁך ותבל (nasyi rosh Meshekh v'Tuval), es decir, נשׂיא (nasyi), “príncipe” y ראשׁ (rosh), que significa “cabeza”, “principal”, “superior”, “jefe”. Veamos cómo este mismo término ראשׁ (rosh) está traducido en todo el resto de las Escrituras:

· Números 1:4 ; 1Crónicas 5:15 |אישׁ ראשׁ לבית־אבתיו הוא| ’ish rosh ləbet-avotav hū – cabeza de la casa de sus padres; jefe de su casa paterna
· Números 25:15 |ראשׁ אמות בית־אב במדין| rosh ummot bet-av bə·Midyān – príncipe de pueblos, padre de familia en Madián
· Números 31:26 |ראשׁי אבות העדה| rashey ’avot hā·edah – cabezas de los padres de la congregación; jefes de las casas paternas de la congregación
· Josué 22:14 |אישׁ ראשׁ בית־אבותם| ’ish rosh bet-avotam – cabeza de familia de sus padres; cabeza de la casa de sus padres
· 2Samuel 23:8 |י ראשׁ השׁלשׁי| rosh hā·shshalishi – principal de los capitanes
· 2Samuel 23:13 |שׁלשׁים ראשׁ| sheloshim rosh – treinta principales; treinta jefes
cf. 1Crónicas 11:11,15,20
· 1Crónicas 12:18 |ראשׁ השׁלושׁים| rosh hā·sheloshim – jefe de los treinta; |ראשׁי הגדוד| rashey hā·gədud – capitanes de la tropa
· 1Crónicas 11:42 |ראשׁ לראובני| rosh ləRe'uveni – príncipe de los Rubenitas
· Isaías 7:8-9 |ראשׁ ארם דמשׂק וראשׁ דמשׂק רצין וראשׁ אפרים שׁמרון וראשׁ שׁמרון בן־רמליהו| rosh Aram Dameseq, v'rosh Dameseq Retzin, v'rosh Efrayim Shomron, v'rosh Shomron ben-Remaliyahu – la cabeza de Siria es Damasco, y la cabeza de Damasco, Rezín: la cabeza de Ephraim es Samaria, y la cabeza de Samaria el hijo de Remalías.

Hemos citado solamente algunos ejemplos en los que el término rosh se refiere a una persona, siempre es un jefe, un principal, un capitán, alguien a la cabeza de una familia, de un grupo o de un pueblo. Hay muchos otros ejemplos en que esta misma palabra está aplicada en sus otros significados: cabeza, principio, cumbre, cima, principal. En ningún caso designa un área geográfica o el nombre una nación, por lo tanto la traducción “Ros” que encontramos en algunas versiones es errónea. Asociar esta palabra con el reino de Ros’ o Rus’, fundado en Novgorod y Kiev en el siglo IX por Riúrik y sus vikingos, es descabellado.

Sobre la identidad de Gog trataremos más adelante. Veamos primeramente a qué pueblos o naciones corresponden los nombres mencionados en la profecía, y a cuáles no corresponden.

Magog

En la profecía se nos dice que Gog es de “la tierra de Magog”, su país de origen. Sin embargo, la descendencia de Magog es quizás la más difícil de poder circunscribir a un territorio determinado. Magog era uno de los hijos de Yefet (Génesis 10:2), al igual que Meshec, Tubal y Gomer. Todos estos pueblos se establecieron originalmente al norte de los Semitas, desde Anatolia hasta los Montes Zagros, y en la época de los Profetas habitaban sobre los confines septentrionales del Imperio Asirio y del Imperio Babilonio.
La descendencia de Magog es una amplia gama de pueblos –cuya relación entre sí se remonta a tiempos antiguos– que rápidamente se extendieron y se diversificaron en la mayor parte de Eurasia. Históricamente se los conoce como Escitas.
La dificultad en definir cuál sea “la tierra de Magog” se debe a que los Escitas eran nómadas y se asentaban en un territorio sólo temporalmente, no construían ciudades ni escribían sus propios registros históricos (no sabían escribir), pero eran excelentes jinetes, herreros y orfebres. Solamente dejaron para la posteridad tumbas muy adornadas. No era posible combatir con ellos en una batalla convencional, porque atacaban, saqueaban y emprendían la retirada. No había ganancia alguna en tratar de subyugarlos, no tenían ciudades ni nada que conquistar; por el contrario, había que proteger las fronteras de sus correrías.

La identificación de Magog con los Escitas es de considerarse acertada en base a testimonios históricos, de los cuales citaremos los siguientes:
· Josefo, en Antigüedades 1.6.1 dice: “Magog fundó aquellos que de él fueron llamados Magogitas, pero que los Griegos llamaron Escitas”.
· La Leyenda del Ciervo Blanco: el mito de los orígenes en la tradición húngara narra que Ménrót (Nimrod), rey de los Escitas, tenía dos hijos gemelos que eran cazadores como él, Hunor y Magor, los cuales tomaron como esposas a dos hermanas, hijas del rey de los Alanos (Sármatas) y así llegaron a ser los ancestros de los Hunos y los Magiares, de los cuales proceden los actuales húngaros. Esta tradición está registrada en una de las principales obras de historia de Hungría, la Gesta Hunnorum et Hungarorum.
· El Libro de las Invasiones Irlandesas, Lebor Gabála Érenn o Leabhar Gabhála na hÉireann, relata los mitos de los orígenes de la nación irlandesa, entre los cuales cita una extensa genealogía de un tal Fénius Farsaid, supuesto rey de los Escitas, hijo de Baath mac Magog (hijo de Magog), quien habría estado en la construcción de la Torre de Babel. Sus descendientes habrían emigrado a la Península Ibérica y desde allí finalmente a Irlanda y a Escocia. El ciervo blanco también es una figura importante en la mitología irlandesa, británica y céltica en general.
Es interesante la presencia de estos elementos en común entre dos naciones tan lejanas entre sí en los aspectos geográfico, histórico, étnico y cultural, separadas durante siglos una de la otra, sin haber compartido un mismo territorio en ninguna época desde cuando ambas son reconocidas en la historia como pueblos, ni tampoco algún intercambio fluido, ni comercial ni bélico, hasta tiempos recientes. Si bien es improbable que tales narraciones legendarias reflejen la verdad histórica sobre los orígenes de estos pueblos, ambas tradiciones reclaman una estirpe descendiente de los antiguos Escitas a partir de Magog, a quien sitúan en la Mesopotamia y relacionan con Nimrod.
Los Escitas son mencionados en la Inscripción de Behistún, en la cual se les denomina Sakā y se los ubica en el Asia Central, desde el Mar Caspio hasta la India, a lo largo de toda la frontera oriental del Imperio Persa.
Concluimos que en un principio los Escitas provenían de la Alta Mesopotamia, del país de Subartu –en la Biblia llamado Harán–, y que en tiempos del Profeta Ezequiel se habían desplazado hacia el este, a partir de la región de Ararat, en el territorio de Togarma, hasta las estepas del Asia Central, desde donde iniciaron su expansión hacia oriente y occidente. Por lo tanto, “la tierra de Magog” puede referirse a la posición de los Escitas en ese momento, o bien a su país de origen, que los situaría en la misma región de Meshec y Tubal.

Meshec

Con respecto a este nombre, la interpretación más difundida es extravagante y ridícula, basada en una aparente y rebuscada similitud entre la traducción en lenguas occidentales de esta palabra –que es semítica– y el gentilicio de los habitantes de una ciudad cuyo nombre es eslavo. En línea con esa teoría, aquellos que asocian erróneamente el término hebreo “rosh” –que significa cabeza, principio, cumbre, cima, principal– con el estado medioeval de Ros’ o Rus’, también relacionan a Meshec con la ciudad de Moscú y con los moscovitas, los cuales obviamente no existían en tiempos bíblicos. Entre ambas palabras no existe ninguna conexión, ni morfológica, ni fonética, ni semántica, ni etimológica.
En las lenguas semíticas toda palabra contiene una parte fundamental que es la raíz, formada solamente por consonantes (en la mayoría de los casos son tres). Si entre dos palabras alguna de las consonantes de la raíz de las mismas es diferente, éstas no pueden relacionarse de ninguna manera.
En hebreo, Meshec y Moscú son palabras totalmente distintas: משׁך, MeSHeKH, y מוסקבה, MoSKVaH. En Meshec sólo hay tres consonantes: mem-shin-kaf sofit, que constituyen la raíz de la palabra y determinan su origen etimológico, relacionan a este nombre con la acción de disparar un proyectil, estirar, extender, entre otros significados. En Moskvá las consonantes son: mem-vav-sámej-qof-bet-hey, y tratándose de un vocablo extranjero, no tiene ningún significado en hebreo. La única letra que ambos términos tienen en común es la inicial mem. La etimología del nombre Moskvá, en ruso, parece provenir del aspecto turbio de las aguas del río Moscova, sobre el cual fue edificada la ciudad, fundada por el vikingo Yuri Dolgorukiy en 1147 EC. Los moscovitas son sus habitantes, no un pueblo ni grupo étnico, sino simplemente ciudadanos de Moscú, de la misma manera que los madrileños son los ciudadanos de Madrid y los londinenses los de Londres. Obviamente, no existían en tiempos bíblicos, ni eran descendientes de Meshec sino escandinavos, eslavos y fineses, en el momento de la fundación de la ciudad.
Meshec es el pueblo que los Asirios llamaban Muški (en arameo: משׁך, mem-shin-kaf, escrito con las mismas letras), quienes se hallaban en la región de Ararat y posteriormente desplazados hacia el oeste, en Anatolia. Todos los documentos antiguos confirman esta identidad.
Josefo escribió: “los Mosocheni fueron constituidos por Meshec, y ahora son los Capadocios” (Antigüedades 1.6.1). Con él concuerdan Pomponio Mela, Plinio y Eusebio, así como también la obra medioeval Historia Brittonum, III.18 y la historiografía bizantina, que sitúan a Meshec en Capadocia.
Otros autores presentan a Meshec en la ubicación donde este pueblo se desplazó posteriormente, junto con Tubal, hacia el Cáucaso, en territorios de Togarma. Estrabón dice que los Moschikê habitaban entre los Cólquidas, Armenios e Íberos, identificándolos con los Meskheti. También Procopio los sitúa en la misma región, junto con los Íberos. La capital del antiguo reino de Iberia, correspondiente a la actual Georgia, era Mtskheta, ciudad fundada por los Mushki.
Sin embargo, la expansión de la descendencia de Meshec fue mucho mayor de la que hoy representarían los Meskheti del Cáucaso, y actualmente forma parte de la composición étnica de la mayoría de los europeos. En tiempos del Imperio Asirio, desde la misma región de Ararat surgieron los Masagetas –que en muchos aspectos se asemejaban a los Escitas–, de los cuales provinieron otros pueblos nómadas, conocidos como Alanos y Sármatas, que entre los siglos III y VII EC, durante el período de las grandes migraciones o invasiones bárbaras, llegaron en masa a toda Europa.

Tubal

De la misma manera que sucede con los términos rosh y Meshekh, también Tubal ha sido erróneamente –y arbitrariamente– asociado con la ciudad de Tobolsk, la cual, así como Moscú, toma el nombre de un río, el Tobol, y no de un pueblo o grupo étnico. Como en el caso anterior, se trata de dos palabras distintas sin relación alguna entre ellas: תּבל, TuVaL, y טוֹבּוֹלְסְק, TOBOLSK. Tubal se escribe tav-bet-lámed, donde bet representa el fonema "v", mientras Tobolsk se escribe tet-vav-bet-vav-lámed-sámej-qof, donde bet representa el fonema "b". En todo aspecto, dos palabras totalmente diferentes. Tobolsk fue fundada por el atamán cosaco Yermak Timoféyevich en 1585 EC, reemplazando a la vecina ciudad tártara de Qashliq. Sus primeros habitantes fueron Cosacos del Don, es decir, mayoritariamente rusos.
Tubal es el pueblo que los Asirios llamaban Tabal (en arameo: תּבל, tav-bet-lámed, escrito con las mismas letras), quienes se hallaban en la región de la Anatolia oriental y posteriormente desplazados hacia el norte, sobre la costa sudoriental del Mar Negro. Todos los documentos antiguos confirman esta identidad.
En los registros asirios se menciona a Tabal en la misma región donde había surgido anteriormente el reino de Kizzuwatna, de lengua luvia, relacionado sea con los Hurritas que con los Hititas. Los reyes asirios Šulmānu-Ašarēdu III (Salmanasar III) y Tukultī-Apil-Ešarra III (Tiglat-Pileser III) mencionan a los reyes de Tabal como sus vasallos. Este mismo pueblo fue conocido por los Griegos como Tibarenoi.
Josefo escribió: “Thubal constituyó a los Thubalitas, que ahora son llamados Iberes” (Antigüedades 1.6.1). Con él concuerdan Estrabón, Procopio, Hecateo de Mileto, Jenofonte y otros clásicos, ubicándolos en el sur del Cáucaso y siempre en asociación con los Meskheti, de la misma manera que Meshec y Tubal siempre se mencionan juntos en todo el Libro de Ezequiel (27:13; 32:26; 38:2,3; 39:1).
Según Heródoto –cuyas versiones de la historia son sumamente discutibles–, una parte de los Tibarenos, originarios de Lidia, habría emigrado a Italia, dando origen a los Etruscos, y de los cuales provendrían los nombres del Mar Tirreno y del río Thybris (Tíber). Efectivamente, los Griegos llamaban Tyrsēnoi o Tyrrhēnoi a los Etruscos. Otras tradiciones conectan a los Íberos del Cáucaso con los de la Península Ibérica, y serían los ancestros de los actuales vascos. No es el objetivo de este estudio demostrar o refutar éstas teorías, ya de amplia discusión. También en la obra ya citada, Historia Brittonum, III.18, dice: “Jafet tuvo siete hijos… del quinto, Tubal, surgieron los Íberos, los Hispanos y los Itálicos; del sexto, Mosoch, surgieron las Capadocios”, confirmando la difusión que tenía en el Medioevo la idea de que la descendencia de Tubal se hubiera extendido desde el Asia Menor hacia el occidente a través del Mar Mediterráneo.


Gomer, y todas sus compañías; la casa de Togarma, de los confines del norte, y todas sus compañías; pueblos muchos contigo.

‒ Ezequiel 38:6

Gomer

Acerca de la identidad de Gomer, existe un consenso general entre los estudiosos: Se trata de un pueblo de nómadas que en los documentos asirios son llamados Gimirrai y se los sitúa en un primer momento en la región de Ararat, posteriormente desplazados hacia el centro de Anatolia, que es su ubicación en tiempos de Ezequiel. Muy similares a los Escitas, no construían ciudades ni escribían sus propios registros históricos (no tenían escritura), eran excelentes jinetes y guerreros, en general saqueadores. En Asia Menor conquistaron Frigia e invadieron Tabal; sucesivamente los reyes Aššur-Aħa-Iddina (Asarhadón) y Aššur-Bāni-Apli (Assurbanipal) los derrotaron, los sometieron a Asiria, y los emplearon como mercenarios en la región de Anatolia. En la Inscripción de Behistún, del periodo persa aqueménida, se encuentra la última referencia a Gimirri, donde se los equipara con los Escitas.
En los textos griegos se los menciona distribuidos en un área geográfica mucho más amplia, y se los distingue en dos ramas principales: Cimerios –Κιμμέριοι/Kimmerioi– y Celtas –Κελτοί/Keltoi–, entre los cuales se incluyen los Cimbrios –Κίμβροι/Kimbroi–. La primera referencia a los Cimerios está en la Odisea 11.14, que los describe como habitantes del otro lado del río Ōkeanós, ubicación obviamente legendaria que en un principio se localizó erróneamente en la península de Crimea, a la cual los Griegos dieron su nombre, Kimméria, basándose en este mito (aunque la etimología real del topónimo podría ser otra y no provenir del griego), así como al estrecho de Kerč llamaron Kimmérios Bósporos. Por causa de esta supuesta presencia de los Cimerios en esa región, se teorizó que habrían cruzado el Mar Negro desde su tierra de origen en Anatolia, o bien habrían llegado allí a través del Cáucaso. Sin embargo, no existe evidencia alguna de que los Cimerios hayan estado en Crimea en aquellos tiempos, ni tampoco después. Debido a que los viajes de Odiseo no se desarrollaron en el Mar Negro sino en el Mediterráneo, posteriormente se relacionó al supuesto país de los Cimerios con la zona de los Campos Flégreos, en Campania, donde sería más plausible hallarlos si es que en la Odisea hubiera alguna credibilidad relativa a lugares geográficos identificables.
Estrabón provee información poco clara: en parte los identifica con los Tracios (Geographika 1.3.21; 14.1.40), y en parte los distingue (1.3.21; 12.3.24; 12.8.7; 13.4.8), y los ubica en Paflagonia (1.3.21). Lo mismo afirma Calístenes. Apolonio de Rodas y Plinio también los localizan en Anatolia, mientras el geógrafo Ptolomeo los sitúa en Ararat. Heródoto y Calímaco narran que Cimerios y Tracios atacaron las ciudades griegas del Asia Menor. Estos datos nos indican que efectivamente los Cimerios, habiendo sido expulsados del Asia Menor se trasladaron a Europa, pero no a través de Crimea como se pensaba, sino a través de Tracia.
Los Celtas fueron sin duda los habitantes más antiguos de Europa central y occidental, dando origen a muchos topónimos desde los Cárpatos hasta la Península Ibérica. Su territorio fue drásticamente reducido por los Romanos y posteriormente por los pueblos germánicos, y en la actualidad su idioma subsiste sólo en parte de Gran Bretaña, Irlanda y Bretaña. El nombre de Gomer se conserva en el endónimo usado por los galeses, Cymry, así como Cymru es el nombre que dan a su propia tierra, el país de Gales. Antiguamente ambos términos se escribían Kymry.
Sin embargo, muchos otros topónimos provienen de este pueblo a partir de los exónimos con los que fueron designados en latín y en las lenguas germánicas: los Romanos les llamaron Galli, de donde provienen, además del nombre histórico Galia, también el del país de Gales y Galicia. En contracorriente con la emigración cimeria hacia el oeste, tribus celtas invadieron Anatolia y se asentaron en la región que de ellos tomó el nombre de Galacia, donde antiguamente habían habitado los Cimerios. Los Griegos los llamaron Γαλάται/Galatai, adoptando el gentilicio latino, para distinguirlos de los demás Celtas. A través de las lenguas germánicas, este mismo término da origen al nombre de regiones europeas como Valonia y Valaquia, además de aplicarse en general a gente de presunto origen céltico y de lengua neolatina.

Togarma

La identificación de Togarma y su ubicación geográfica son ampliamente reconocidas. Es un complejo de pueblos que habitaron la vasta área montañosa entre los mares Negro y Caspio, incluyendo toda la región de Transcaucasia y Ararat, desde Anatolia hasta Media. Los registros más antiguos disponibles sobre ellos son las Escrituras Hebreas y las Crónicas Asirias: mientras que en la Biblia los nombres de Togarma, Ararat y Minni (Jeremías 51:27) se refieren principalmente al territorio, los documento asirios mencionan a Tilgarimmu, Urartu, Nairi y Hayassa como reinos.
Otras referencias a este patriarca:
· En la tradición armenia: El mito fundacional, escrito por Movses Khorenatsi en su obra Patmut'yun Hayots (Historia de Armenia) narra que Hayk, hijo de Togarma, estuvo presente en la construcción de la Torre de Babel y posteriormente se sublevó contra la tiranía del rey Bel –identificado con Nimrod– y emigró a los montes Ararat, donde fundó la nación armenia. Varias dinastías de reyes armenios se atribuyeron ser descendientes directos de Hayk.
· En la tradición georgiana: La leyenda georgiana es muy similar a la armenia. Según el relato de Leonti Mroveli en Kartlis Tskhovreba (Crónicas Georgianas), Thargamos participó en la la construcción de la Torre de Babel y, al producirse la división de lenguas, fue a establecerse en los montes del Cáucaso y de Ararat, dividiendo ese territorio entre sus ocho hijos, de los cuales Kartlos es el ancestro de los georgianos.
· En las tradiciones judaicas medioevales: El Sefer Yosippon, las Crónicas de Jerahmeel y otros escritos, le atribuyen a Togarma diez hijos, de los cuales el primogénito sería el ancestro de los Jázaros, y los demás habrían dado origen a diversos pueblos turcos, principalmente balcánicos.

El Profeta está indicando con precisión el territorio al cual se refiere, diciendo: “la casa de Togarma, de los confines del norte”. Ésta expresión entusiasmó a los fautores de la teoría más difundida, porque en el presente, “los confines del norte” estarían efectivamente, desde el punto de vista global y desde la perspectiva geográfica del Medio Oriente, en la actual Rusia. Sin embargo, el Profeta está haciendo referencia a la realidad de su propio tiempo, y es claro que el territorio de Togarma, previamente conquistado por Asiria, definía los confines del norte del Imperio Babilonio y del mundo conocido por los Israelitas. Además de esto, si se quisiera entender este enunciado en manera absoluta y no en relación con la visión geográfica del Profeta, Togarma no estaría en los confines del norte con respecto a Rusia, sino por el contrario, en los confines del sur, mientras determina los límites septentrionales de las actuales Turquía e Irán. Otro ejemplo de hipérbole similar se encuentra en los Evangelios: “La reina del Sur se levantará en el juicio contra esta generación y la condenará, porque vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón” (Mateo 12:42; Lucas 11:31). A ningún exégeta le parecería coherente interpretar que esta mujer vino a Jerusalem desde la Antártida, Argentina, Australia o Sudáfrica, sino que “los confines de la tierra” hacia el sur, en el lenguaje bíblico era el actual Yemen, o el Cuerno de África.


Persia, Kush y Put con ellos; todos ellos con escudos y yelmos. ‒ Ezequiel 38:5


No es necesario definir la identidad de Persia, nación que conserva su territorio, su pueblo, su idioma y su cultura desde tiempos bíblicos hasta hoy.
Con respecto a Kush, la traducción al griego, Αἰθιοπία –Etiopía–, ha generado confusión en cuanto este término es reductivo en la actualidad. Tanto en las Escrituras Hebreas como en las Crónicas Asirias, Kush definía un conjunto de pueblos distribuidos en un territorio muy amplio, no sólo en África oriental sino también en toda la región adyacente al Océano Índico, comprendida la península de Arabia. Si bien en general con este nombre se designa al reino de Kush en Nubia, al sur de Egipto entre la primera y la sexta catarata del Nilo, también muchas veces se refiere a Arabia, y otras veces a la Baja Mesopotamia y el área del Golfo Pérsico, o a la India.
Los registros asirios mencionan Kûš y Mušuri en referencia a los pueblos de Arabia del norte conquistados por Aššur-Aħa-Iddina (Asarhadón), como un evento diferente de su conquista de Egipto, y éstos mismos pueblos son citados como vasallos por reyes asirios anteriores que no habían subyugado Egipto. Éstos nombres recuerdan a los hermanos bíblicos Kush y Mitzrayim, a saber, Nubia y Egipto, muy estrechamente asociados en tiempos antiguos. En la Biblia encontramos a ambos no sólo en África sino también en el lado oriental del Mar Rojo.
En el obelisco negro de Šulmānu-Ašarēdu III (Salmanasar III) se menciona en detalle el tributo recibido de estas tierras, el cual consiste en “camellos que tienen doble joroba” y otros animales. Este tipo de camellos es asiático y no egipcio – además, los Egipcios ni siquiera empleaban el tipo africano (dromedario, con una sola joroba). Más tarde, otros reyes asirios como Tukultī-Apil-Ešarra III (Tiglat-Pileser III) y Aššur-Aħa-Iddina (Asarhadón) recibieron camellos como parte de los tributos pagados por diferentes reinos en Arabia y Persia, pero nunca de Egipto o Nubia.
Otra característica de los pueblos kushitas era la monarquía femenina. Según las Crónicas del rey Aššur-Bāni-Apli (Assurbanipal) y los registros precedentes de Asiria, los árabes habían sido gobernados principalmente por reinas desde el más remoto pasado, al igual que los kushitas de África. Reinas árabes notables como Zabibi y su hija y sucesora Shamsi no sólo eran gobernantes sino también adalides de sus propios ejércitos, que incluían un gran número de mujeres combatientes. El rey Aššur-Aħa-Iddina (Asarhadón) nombró a una princesa asiria para gobernar sobre los árabes de acuerdo con la costumbre de ellos de tener gobernantes mujeres. De la misma manera, en el lado africano del Mar Rojo, reinos como Meroë y Etiopía tradicionalmente fueron regidos por reinas.
Las Escrituras Hebreas sugieren que hay una conexión entre Kush y Madián. Es típico en la poesía hebrea componer versos repitiendo el mismo concepto dos veces, pero con palabras diferentes, como en el pasaje de Habacuc 3:7, que dice: ”He visto las tiendas de Kushán en aflicción; las tiendas de la tierra de Madián temblaron” – aquí el Profeta usa los nombres “Midyan” y “Kush” como sinónimos. Esta identificación de los madianitas como kushitas explica la controversia con respecto a la esposa de Moisés en Números 12:1, de donde surge la pregunta si esta mujer kushita es la misma Tzipporah la madianita o no, y algunos intérpretes como Rashi afirman que ella es Tzipporah. Si Madián hubiera sido tan claramente distinguible de Kush, no habría motivo para que se planteara esta cuestión.
Escritores arameos también consideraban kushitas a los himyaritas del Yemen. En otros registros se llama Kush a la India.
En conclusión y considerando la realidad política actual, Kush podría referirse a Arabia más bien que a Etiopía, o a varios países de la región incluyendo Arabia y Sudán.
En cuanto concierne a la identidad de Put, es generalmente aceptado que se trata de Libia y puede comprender todo el norte de África al oeste de Egipto.


Gog

El nombre de este personaje no es fruto de la imaginación del Profeta, sino que efectivamente hace referencia a un rey que había existido alrededor de un siglo antes, mencionado en las fuentes griegas como Gyges y en las asirias como Guggu. Usurpador del trono de Lidia, poco se sabe sobre su origen –podría haber sido extranjero– y en torno a su persona y su reinado se crearon muchas leyendas. Combatió contra los Cimerios, por lo cual su mención en esta profecía es puramente simbólica, representando más bien la región geográfica en que Gog tendrá su centro de comando.

El texto bíblico lo define así:
“Gog, de la tierra de Magog, príncipe soberano de Mesech y Tubal” (38:1);
“Gog, príncipe soberano de Mesech y Tubal” (38:3; 39:1).

Es de notar que el Profeta no dice que Gog sea príncipe o soberano de Magog, sino que proviene de la tierra de Magog, pero es príncipe de Meshec y Tubal. Es un gobernante extranjero o perteneciente a una dinastía extranjera, lo cual no es una rareza en la historia; por el contrario, existen muchos ejemplos, como los Hyksos que dominaron Egipto, o los Kassitas que gobernaron sobre Babilonia, o las dinastías de origen alemán reinantes en varias naciones de Europa. En esta profecía, Ezequiel a través de la figura de Gog representa a un personaje perteneciente a una nación que ya en su tiempo se había expandido territorialmente en toda el Asia Central, pero cuyo principado sería sobre los pueblos de Anatolia. En este aspecto, hay una sorprendente coincidencia con la situación actual.



Identificación actual

Geográficamente, podemos identificar un país de la actualidad que responde a todos los puntos de referencia que nos presenta Ezequiel:
· Meshec, Tubal y Togarma: en el momento de la profecía, la ubicación de estas tres naciones corresponde a la Anatolia central y oriental;
· Gomer: en ese mismo periodo, este pueblo residía en la Anatolia noroccidental.
· Gog: el monarca de la historia con este nombre reinó sobre Lidia, país que estaba en la Anatolia sudoccidental.
Todos estos elementos determinan claramente una misma nación de la actualidad: Turquía, que geográficamente comprende la totalidad de Anatolia (ver mapa).

La composición étnica de Anatolia a través de la historia ha sido muy heterogénea y compleja. Cuando fue pronunciada esta profecía, la región ya contenía una amalgama de pueblos que la habían habitado en periodos precedentes: Hatti, Hurritas, Neshili –más conocidos como Hititas–, Mitanni, Lidios, Luvios y otros “Pueblos del Mar”, los ya mencionados Mushki y Tabal y los Cimerios, y también pueblos semíticos –Arameos y Asirios–. Sucesivamente, se añadieron Medos, Persas, Armenios y pueblos del Cáucaso, y a partir de la conquista de todo el territorio por Alejandro Magno comenzó su helenización, la cual se sostuvo durante más de un milenio de dominio de Griegos y Romanos.
Por otra parte, en la “tierra de Magog”, el Asia Central, territorio de los Saka –Escitas–, esta identificación se fue diluyendo en una serie de tribus y clanes que surgieron nuevamente en la historia bajo otra denominación común: Ashina, Göktürk, Kök Türük. El Asia Central, desde Altai hasta el Mar Caspio, pasó a llamarse Turquestán, “País de los Turcos”, hasta el día de hoy.
Los clanes turcos se organizaban en federaciones, entre las cuales emergió la de Oğuz en las estepas occidentales del Turquestán, que dio origen a varios grupos de invasores turcos cuyas hordas asolaron gran parte de Eurasia. Uno de estos clanes fue el de los Selyúcidas, pertenecientes a la tribu Kınık, quienes desde el Turquestán avanzaron hasta la Anatolia greco-bizantina a partir del siglo XI EC, la conquistaron e iniciaron la “turquización” de la región. Sucesivamente los Bizantinos lograron reconquistar parte de la Anatolia occidental, pero la mayoría del territorio de la península quedó bajo soberanía del Sultanato Selyúcida de Rûm. Éste a su vez se fue fragmentando y cediendo el control al Ilkhanato Mongol, hasta que otro clan Oğuz proveniente del Turquestán, el de los Otomanos, completó la conquista definitiva de toda Anatolia. En 1453 EC los turcos establecieron su propio imperio sobre los despojos del extinto Imperio Bizantino, y progresivamente extendieron su dominio sobre todo el Medio Oriente, el Mediterráneo Oriental y los Balcanes, hasta inicios del siglo XX. Al terminar la I Guerra Mundial el Imperio Otomano fue desmembrado, y de todos sus territorios sólo quedaron bajo soberanía turca la entera Anatolia y el extremo sudoriental de Tracia, conformando la actual Turquía.
Si bien el Imperio Turco llegó a ser muy extenso y abarcar muchas más naciones, en la actualidad se reduce exactamente a los territorios mencionados por Ezequiel. En el país conviven distintas etnias y pueblos, pero el gobierno está bajo completo control de los turcos, pueblo que no es autóctono de Anatolia, sino que proviene del Asia Central. Hoy podemos parafrasear el enunciado profético en 38:1 sin alterar el mensaje, diciendo: “Un gobernante (Gog), cuya estirpe es del Turquestán (de la tierra de Magog), es jefe y cabeza de Turquía (príncipe soberano de Mesech y Tubal)”. En los confines del norte de su territorio se encuentra la descendencia de Togarma – la región de Ararat.


El conflicto

Desde la fundación del Estado de Israel hasta hoy, todos los conflictos bélicos contra el mismo han sido provocados por los países árabes, los cuales surgieron de la partición del Imperio Turco Otomano al cual pertenecían. Turquía, por el contrario, se ha mantenido al margen e incluso ha establecido relaciones discretamente amistosas con Israel, además de haberse acercado hacia los estados europeos y sellado una alianza militar con el Occidente. Hasta tiempos recientes, un enfrentamiento directo contra Israel sólo era imaginable que sucediera, una vez más, por parte de los árabes, mientras no parecía factible que pudiera provenir de Turquía. Sin embargo, últimamente se está configurando un panorama diferente, en el cual, por causa del expansionismo iraní, se está verificando un acercamiento conciliatorio de los estados árabes hacia Israel, a la vez que Turquía, en alianza con Irán, se está manifestando como el nuevo adversario, no sólo para Israel sino también hacia sus antiguas posesiones del Medio Oriente. Este escenario también es anunciado por el Profeta:

Sheba y Dedán, y los mercaderes de Tarsis, y todos sus poblados, te dirán: ¿Has venido a arrebatar despojos? ¿has reunido tu multitud para tomar presa, para quitar plata y oro, para tomar ganados y posesiones, para tomar grandes despojos?

‒ Ezequiel 38:13

Otros pueblos se asombran de la arremetida de los ejércitos de Gog y sus aliados, los cuales también son agredidos juntamente con Israel. ¿Quiénes son Sheva y Dedán? Estos dos nombres aparecen juntos solamente en otras dos ocasiones:
Génesis 10:7 Y los hijos de Cush: Seba, Havila, y Sabta, y Raama, y Sabtekha. Y los hijos de Raama: Sheba y Dedán. (cf. 1Crónicas 1:9)
Génesis 25:3 Y Jokshan engendró a Sheba y a Dedán: e hijos de Dedán fueron Assurim, y Letusim, y Leummim. (cf. 1Crónicas 1:32)
En el primer caso se trata de dos pueblos kushitas que se establecieron en el sur de Arabia, es decir, en el Yemen, mientras que en el segundo caso estos dos hermanos son nietos de Avraham y Keturah, cuya descendencia se asentó en las proximidades de Madián, en el norte de Arabia. Sea cual fuere de las dos posibilidades, Ezequiel está indicando la costa oriental del Mar Rojo, el Hiyaz, territorio que alberga los lugares más sagrados de Arabia, y que había pertenecido a los dominios turcos hasta la partición del imperio. Es significativo que las señales de acercamiento del mundo árabe hacia Israel han comenzado precisamente desde esta región, Arabia Saudita, a quien Turquía pretende disputar la hegemonía sobre el Medio Oriente. Esto no implica que estos pueblos serán aliados de Israel, sino que ellos también serán atacados en la misma campaña militar emprendida por los ejércitos de la confederación de Gog.
En cuanto al término “mercaderes de Tarsis” indica en general el mundo del comercio y las finanzas, en aquellos tiempos representado por los navegantes fenicios del Mediterráneo, cuyo extremo occidental era Tarsis.

En conclusión, hoy se nos presenta un escenario geopolítico que es totalmente compatible con el anuncio profético de Ezequiel, y el tiempo señalado para el cumplimiento de esta profecía es el propicio:
“De aquí a muchos días serás tú visitado: al cabo de años vendrás a la tierra salvada de la espada, recogida de muchos pueblos, a los montes de Israel, que siempre fueron para asolamiento: mas fue sacada de las naciones, y todos ellos morarán confiadamente”. – Ezequiel 38:8
Esta descripción bien se aplica al actual Estado de Israel, “tierra salvada de la espada, recogida de muchos pueblos, sacada de las naciones, que mora confiadamente”.

Turquía se propone recuperar su hegemonía en el Medio Oriente, y está incitando a sus potenciales aliados –entre los cuales está Irán– a la conquista de Jerusalem. Por su parte, los estados árabes temen al expansionismo tanto de Turquía como de Irán, y no participarían en un ataque contra Israel, sino que también ellos serían objetivo de conquista por parte de ambos.
Sin embargo, esta alianza de naciones es mucho más amplia que Turquía e Irán, como anuncia reiteradamente el Profeta:
“Tú y toda la multitud que se ha reunido alrededor tuyo” (38:7)
“Y subirás tú, vendrás como tempestad; como nublado para cubrir la tierra serás tú, y todas tus compañías, y muchos pueblos contigo” (38:9)
“Y vendrás de tu lugar, de las partes del norte, tú y muchos pueblos contigo, grande reunión y poderoso ejército” (38:15)
“Sobre los montes de Israel caerás tú, y todas tus compañías, y los pueblos que fueron contigo” (39:4)
Habíamos citado a Gomer, el cual participa con “todas sus compañías“, y su mención en esta profecía no sólo haría alusión territorial en relación con su antigua ubicación en Anatolia, sino que también podría referirse a las naciones europeas a las cuales dio origen, aquellas cuya raíz es céltica y cuyos gobiernos son cada vez más hostiles hacia Israel –particularmente Francia–. Turquía está vinculada a Occidente por medio de un tratado militar, y por ende sería factible que lograra obtener el apoyo de sus aliados europeos y de la mismísima ONU.

La derrota de esta multitud de invasores será catastrófica. Una de las causas se tal debacle serán las rivalidades internas entre los aliados:
“Y en todos mis montes llamaré contra él espada, dice el Señor HaShem: la espada de cada cual será contra su hermano”. (38:21)
En estos días estamos presenciando cómo distintas facciones combaten entre sí en Siria, devastando el país, y esto mismo sucederá cuando todos grupos similares a éstos se unirán contra Israel, pero a su vez cada uno de ellos reclamará para sí la supremacía.
“Y enviaré fuego sobre Magog, y sobre los que moran seguramente en las islas; y sabrán que yo soy HaShem”. (39:6)
El Señor castigará a “Magog”: hasta ahora habíamos considerado que Magog es solamente el país de origen del gobernante, pero no el territorio sobre el cual gobierna. En este momento de la historia, el antiguo país de Meshec y de Tubal está habitado en su mayoría por la nación de Magog, y de hecho ha pasado a ser pueblo de Magog. Turquía está poblada y gobernada por un pueblo originario del Turquestán. Tampoco se puede descartar la posibilidad de que Turkmenistán y Uzbekistán se sumen a la alianza con Turquía, y así también el país de Magog formaría parte de esa multitud.
Y también aquellos que “moran seguramente en las islas”: éstas son las naciones europeas, que en las Escrituras son llamadas “islas”, por cuanto desde Israel se llegaba a ellas a través del Mar Mediterráneo.
En términos generales, Gog y Magog representan universalmente a todas las naciones enemigas de Israel.


Y pondré mi gloria entre las naciones; y todas las naciones verán el juicio que he hecho y mi mano que he puesto sobre ellos.
Y sabrá la casa de Israel que yo soy HaShem su Elohim desde ese día en adelante.

‒ Ezequiel 39:21-22



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